Stefan is also the founder of Carrison
and Cocodrilo Productions

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Stefan también es el fundador de
Carrison
y Cocodrilo Productions

Mamá


Al poco de nacer no tenemos ninguna duda. Por algo será que nuestra primera palabra es "mamá".
En aquellos primeros meses, Mamá es la Verdad absoluta, la calma en un abrazo, el sueño en una nana. Mamá lo es todo.

Luego descubrimos que el mundo es más grande, que hay más personas y muchas trastadas por hacer. Crecemos, nos autoproclamamos independientes y mamá deja de ser el centro del universo. Ponemos un cartel de "no molestar" en la puerta de nuestro cuarto y, pasados unos años, abandonamos el nido. "Ella me ayudó a dar los primeros pasos pero ahora puedo caminar por mi cuenta".
En efecto, puedes caminar o incluso correr más rápido que ella. Puedes saltar, comer, ducharte y vestirte solo. Es más, no te ruborices, pero eres capaz de sentarte en el trono y gestionar tus cositas sin la ayuda de nadie. Sin embargo, no siempre fue así. Aunque ya no te acuerdes, hubo una época en todo lo que hacías pasaba por sus manos. Para que te hagas una idea, tu madre es la mujer que más veces te ha visto en pelota picada. Con diferencia. No lo olvides.

Ser madre es guiar nuestras primeras aventuras, admirar nuestros garabatos -a ser posible sobre papel y no sobre gotelé- y disfrutar de nuestra dulce inocencia infantil. Ser madre también es vernos tomar nuestras propias decisiones, luchar por nuestros sueños y convertirnos en hombres hechos y derechos. Ser madre es un orgullo.
Todas las mujeres del mundo son madres en vigencia o en potencia; todas tienen la llave para alcanzar el sentimiento más profundo de cuantos se pueden describir: el amor de una madre por su hijo. Ser madre es un viaje increíble a lo más profundo de dos corazones unidos. Amor incondicional, amor imperativo.




Mamá. Cuatro letrás y una tilde para resumir nueves meses y una vida por delante. Y no es un camino de rosas: mamá es esa joven sosteniendo a su bebé por primera vez pero también es encarar con una sonrisa las noches en vela, los pañales, los baños, el cambio continuo de ropa y el "hay que ver qué rápido crecen".
Mamá es sacrificio, esfuerzo, paciencia. Es el abrazo cuando lloras, el consuelo tras la pesadilla y el beso de buenas noches. Mamá te pone las tiritas tras la caída, sana sana culito de rana.
Mamá es todavía en demasiados sitios la colada, los remiendos y las sábanas nuevas. Mamá es la jornada completa y la cena lista. Mamá está en todas partes, lo ve todo y no se te ocurra intentar mentirle: fracasarás estrepitosamente. Lo leerá en tus ojos, en el temblor de voz que tú ni notas que tienes.
Mamá da vueltas en la cama cuando sales de fiesta, recela de tu primera novia o sospecha de tu novio. Por mucho que te anime, está desolada cuando te marchas a vivir por tu cuenta y te sorprendería saber cuántas veces ha entrado a tu cuarto, vacío, con la mirada algo nublada, deseando verte echado en la cama o estudiando en tu escritorio.
Mamá y sus lágrimas el día de tu boda.
Mamá es tu primer apoyo el día que te conviertes en padre, en madre, y esa cosita tan pequeña te viene tan grande. La abuela siempre tiene consejos, trucos, remedios.
Mamá es esa señora bien plantada que os sacó adelante con valor, entereza, cariño y fortaleza.
Mamá es la anciana a la que le debes cada día de tu vida.


Díselo como quieras. Con un beso en la mejilla, una llamada, un abrazo. Con un poema, viendo una película juntos o haciéndole un dibujo con lápices de colores, como en los viejos tiempos -en papel, no en gotelé.

Dile que la quieres. Díselo hoy, día de la madre y díselo mañana, día de tu madre. Y pasado. Y el de después. Porque todos los días son el día de la madre, de tu madre, de las madres.

Simplemente, porque se lo merecen. Porque sin ellas no hay nada. Porque mamá lo es todo.

Gracias, mamá.


Demasiado tarde

Papá