Stefan is also the founder of Carrison
and Cocodrilo Productions

-

Stefan también es el fundador de
Carrison
y Cocodrilo Productions

Demasiado tarde


Salió a dar un paseo a la caída de la noche, cuando empieza a refrescar.
No volvió a casa. No volverá.
Tenía noventa velas por apagar en Noviembre.

---
Al que fue su marido lo perdimos hace demasiado. Si cierro los ojos no consigo verle pese a que nuestras vidas se cruzaron unos meses. Cambiaría gran cantidad de recuerdos inútiles por un esbozo de su sonrisa grabado en mi memoria. Una sonrisa al tenerme en su regazo, por ejemplo.



Mis abuelos, como muchos de los vuestros, se habían conocido durante los años más convulsos que esta vetusta Europa sufrió en el siglo XX. Pese a ello, con valor, tesón y esfuerzo, fundaron una familia y pelearon por ella. Tuvieron hijos, luego nietos, y aquí estoy yo. Con la cara torcida y la mirada nublada.

En ocasiones me cuesta imaginar cómo era la vida en esa época, sin tantos lujos y tanta inmediatez como ahora. Supongo que fue una vida dura: menos libertades, menos respiros, trabajos rudos. Ocio entendido como menos amigos pero buenos amigos, menos ruido -sin internet, sin móviles- pero más contacto con el prójimo, con la naturaleza, con la familia, con las cosas simples. Algo parecido a cuando Perez-Reverte, creo, recuerda su caballo de cartón y confiesa que máldita la falta le hacían otros juguetes. Cuando la imaginación y el afecto luchaban a brazo partido contra la carestía y la mano de hierro.

Este no es un blog personal. Sin embargo, hoy os cuento esto porque cuando se marcha una abuela leonesa con ochenta y nueve tacos de almanaque bien contados, una señora que salió adelante a las duras y a las maduras, creo que el país, esta tierra que llamamos España, pierde un pedacito de su Historia, su alma y su pasado. Pierde un espejo en el que mirarse, con lo bueno, con lo mano. Experiencia, pausa, perspectiva. Una referencia para aprender. Para navegar mejor por el mar de la vida por el que otros navegaron antes que uno mismo.

Y ahora es cuando uno se arrepiente. Por qué no hablé más con ella. Por qué no llegué a conocer mejor sus historias de juventud. Tratar de entender cómo era el mundo cuando ella tenía la treintena para entender cómo es mi mundo ahora que cierro mis años veinte.

El lamento póstumo no es más que la herida abierta y la nostalgia llamando a tu puerta: el pasado es un naufragio donde todo se pierde salvo lo que consigas rescatar entre tus recuerdos y el legado de tus seres queridos: fotos, objetos, colores. Olores grabados en tu memoria que poco a poco se irán difuminando mientras avanzas y los veteranos se van quedando. Hasta que, con suerte, tú seas anciano y puedas transmitir parte de tus hazañas, parte de tus derrotas, a las nuevas generaciones. Consejos y advertencias que les harán ser más fuertes si tienen la curiosidad necesaria. Esa misma curiosidad que yo no tuve.

---
Lo dejo. Respiro hondo, y lo dejor por hoy.
Hablad con vuestros mayores. Preguntad. Sed pacientes, escuchad. Aprended.
Nunca es demasiado temprano para preguntarles pero, una vez caiga la noche, será demasiado tarde.




Lo siento

Mamá